Volver a dónde – Antonio Muñoz Molina

Título: “Volver a dónde”             Autor: Antonio Muñoz Molina

Fecha: 20 de enero                       Hora: 18:30 h.

Lugar: Antigua Fábrica de Azúcar de Torre del Mar

Resumen del libro

Madrid, junio de 2020. Tras un encierro de tres meses, el narrador asiste desde su balcón al despertar de la ciudad a la llamada nueva normalidad, mientras revive los recuerdos de su infancia en una cultura campesina cuyos últimos supervivientes ahora están muriendo. A la dolorosa constatación de que con él desaparecerá la memoria familiar, se le suma la certeza de que en este nuevo mundo nacido de una crisis global sin precedentes aún prevalecen unas prácticas dañinas que podríamos haber dejado atrás. “Volver a dónde” es un libro de una belleza sobrecogedora que reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre cómo construimos nuestros recuerdos y cómo éstos, a su vez, nos mantienen en pie en momentos en que la realidad queda en suspenso; un testimonio imprescindible para entender un tiempo extraordinario y la responsabilidad que adquirimos con las nuevas generaciones.

Resumen de la sesión

Leemos su extensa biografía, de la que en este resumen queremos destacar que nació en Úbeda (Jaén) en 1956, iniciando su amplia obra literaria  con la recopilación de sus artículos en volúmenes como “El Robinson urbano” (1984), hasta la publicada en 2021 “Volver a dónde” que hoy analizamos. También colabora en la prensa nacional con artículos de opinión.   Ha recibido, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el Premio Planeta o el Premio Jerusalén. Desde 1995 es miembro de la Real Academia Española. Vive entre Madrid y Lisboa y está casado con la escritora Elvira Lindo.

Entrando de lleno en el análisis que hemos hecho de “Volver a dónde”, quisiera plantear que hubo algún@s de l@s asistentes que expusieron que habían abandonado su lectura por el tema que aborda. Personas que lo han pasado mal durante el confinamiento por la pandemia y que no quisieron volver a recordarlo, ya que anímicamente no se consideraban preparad@s. De todas formas, según se comentó por parte de los que sí lo hemos leído, una gran parte de los contenidos del libro están relacionados con los recuerdos de la niñez y de la familia del autor, y solo un porcentaje menor con el confinamiento. También hubo quien matizó que ella se había  fijado más en los recuerdos que en lo referente a la pandemia. Escuchamos comentarios en los que hubo sensaciones encontradas al gustarle a algún@s más el libro al inicio y resultarle pesado después y a otr@s al contrario, yendo de menos a más. En lo que estuvimos de acuerdo l@s que lo leímos es que está muy bien escrito y nos gustaron mucho las descripciones que hace  en diferentes momentos “por su prosa poética” según una de las asistentes, a quien también le gustó su formato lo que influyó en leerlo con facilidad.

Alguien opinó que, tras su lectura, podría  dividirse el libro en tres partes: una primera relacionada con el confinamiento que sufrimos durante el inicio de la pandemia, una segunda, cuando a principios de mayo se relajaron un poco las medidas tan estrictas y una tercera relacionada con los “viajes” a la niñez y recuerdos familiares del autor. Siguiendo este guion vamos a recuperar las opiniones de los asistentes.

Respecto a su visión de la pandemia nos da la impresión de que el autor disfrutó de esta primera etapa del confinamiento en función de todo lo que nos cuenta que hizo. Organizó su vida oyendo música clásica, leyendo libros que tenía pendientes, recuperó las plantas de su balcón e hizo de este espacio un lugar agradable desde el que observaba a las personas que pasaban frente a él o a aquellas con las que compartió los aplausos a los sanitarios a las ocho de la tarde. Sin olvidar las críticas a aquellos que enturbiaron esos momentos con sus caceroladas de tinte político. También resalta el tiempo pasado con Elvira, su mujer, o los paseos con Lolita, su perrita. 

“Cuando el autor nos cuenta la situación vivida durante la pandemia hay que recordar que fue una situación muy triste, pues sufrimos un golpe muy fuerte a la vida que teníamos. Él ya nos lo plantea en el título de la novela: “Volver a dónde”. Qué vamos, ¿a volver a lo de antes?, ¿qué nos vamos a encontrar después? Yo me identificaba con él porque daba gracias todos los días al no verme obligada a tener que salir a trabajar y arriesgar mi vida como les ocurría a quienes pertenecían a los servicios públicos. Me decía, tengo un techo, comida, medios para comunicarme con los míos…Soy una afortunada. Al final saqué un mensaje positivo: vamos a tirar para adelante con esto lo mejor que podamos.” Opinaba una asistente.

Y otra. “Yo he pasado la pandemia muy bien, sin miedo ninguno. No he salido de casa en 45 días. Me cogí una rutina muy positiva de bailar, leer, estudiar, escuchar música… No se me hacía nada largo. Yo también, como el autor, elaboré un diario donde contaba todo y que dejé en mayo. Y hubo una cosa que me hizo pensar mucho y que se refiere en la página 134 del libro. Los sismólogos, con sus mediciones entre marzo y mayo de 2020, nos decían que los temblores de la Tierra se habían reducido a la mitad, más otra serie de ejemplos de reacciones de diferentes especies de la fauna ante la falta de actividad humana durante ese período.” No fue la única que quiso resaltar el impacto que le había producido este mismo texto. También se quiso destacar la rabia mostrada por el autor contra los políticos por su falta de reacción ante la gravedad de la situación y cómo el tema se les iba de las manos, la bronca política, las caceroladas… en un momento donde todos debían remar en la misma dirección. Alguien, al hilo de este comentario, quiso recordar una frase de Galdós sobre los políticos: “La clase política es un bullicioso escuadrón de majaderos y malvados”. Sin comentarios. Igualmente, el autor no olvida sus críticas a la juventud que no dejó de organizar macrobotellones durante la pandemia o aquellos que no dejaban de aglomerarse en restaurantes, bares y discotecas, poniendo en riesgo la vida de tod@s mientras l@s sanitari@s no daban abasto en los hospitales.

Van a ser  los paseos en bicicleta por Madrid y las visitas al Botánico, una vez que se relajaron las medidas, los que le permiten al autor observar los cambios positivos habidos en la ciudad, desde la ausencia de coches a la recuperación del sonido de los pájaros, lo que le hace pensar que el confinamiento nos vino bien para que todos paráramos y  reflexionáramos. Otra cosa es que realmente hayamos puesto en práctica las consecuencias de esas reflexiones debido a los condicionantes de la Humanidad. De hecho, todas esas consideraciones que afloran en el libro sobre su abuelo, padres y tíos son fruto del confinamiento. Por desgracia, muchos de esos pensamientos positivos se nos han olvidado, como los aplausos a los sanitarios o el ritmo frenético, los ruidos, o la agresividad, que seguimos llevando en nuestras vidas. Muchos pensamos que tras esas reflexiones el futuro iba a ser mejor, que íbamos a cambiar de la noche a la mañana, que íbamos a ser mejores, más solidarios, que nuestra relación con la naturaleza iba a ser diferente… Y viendo lo que hay y a pesar de lo reciente que lo tenemos, no hemos cambiado en nada.

Precisamente son sus estancias en el ajardinado balcón y sus visitas al Botánico, los que le van a llevar a mirar hacia atrás y recordar su niñez. Cómo se traslada desde el balcón de su piso en el centro de Madrid a la dura vida rural de su infancia en la huerta de Úbeda. Historias que recuerda de su infancia y que normalmente tienden al olvido. Él nos dice – y esto es extensible a tod@s – que el día que su madre se muera, con ella se van a ir un  montón de recuerdos y nos invita a que aquell@s que tengamos la suerte de disfrutar aún de personas mayores, escribamos sus vivencias para que permanezcan en el tiempo. Incluso él se cuestiona que tenía que haber hablado más con su madre para conocerla mejor, pues reconoce, que el día que falte también él, va a desaparecer la memoria familiar. Y una de las asistentes nos cuenta que ella ha iniciado la elaboración de un árbol genealógico para que sus hijos conozcan la historia familiar desde sus bisabuelos.

Por la edad de algun@s de los asistentes, nos identificamos con muchas de las historias que cuenta, como la matanza, que explica  con todo lujo de detalles, tanto desde el punto de vista técnico como su aspecto social, así como  etapas de su niñez en la que nos hemos visto reflejados. Se comentan también las conversaciones telefónicas que mantuvo durante el confinamiento con su madre y la ternura con que le hablaba. Ellas nos reflejan la relación tan complicada que tuvo él con su padre así como el sufrimiento de su madre por el trato recibido por parte de su marido y de su suegra. O lo mal que lo pasó cuando sus tíos la acogen de pequeña  y se aprovechan de ella asignándole trabajos muy duros dentro de la casa. Muchos de esos problemas que tuvo el autor con su abuelo, padre y tíos, son fruto de la opción que tomó de renunciar a seguir trabajando en el campo como habían hecho ellos y las generaciones anteriores y dedicarse a estudiar, por lo que le tildaron de señorito. Un trabajo, a su juicio, para el que no se encontraba capacitado y que justificaba esta elección. A pesar de  ello no deja de hacer referencia a la importancia de la agricultura, resaltando que la razón de nuestra existencia está en la naturaleza como tod@s hemos comprobado durante la pandemia. “Y precisamente esas descripciones que hace de la naturaleza me han parecido poéticas” – comenta una de las asistentes – Y, continúa, ¿no creéis que cuando nos habla de esa vida tan dura del trabajo en el campo, nos habla también de la pandemia?” Dentro de esos recuerdos no podemos olvidar los momentos tan difíciles vividos durante la postguerra o la curiosidad en la que recuerda como todo el mundo del pueblo llamaba a sus vecinos por su nombre y apellido, además del apodo. O cuando cita expresiones como “tener mala sangre” que yo le he oído a mi madre muchas veces. Todo ello me ha hecho sentirme identificada con el autor en muchos momentos,” nos decía una de las asistentes.

Cuando intentamos clasificar esta novela, no sabemos si considerarla como un diario, una crónica o un ensayo…aunque todos opinamos que está muy bien escrita. El autor nos explica que es el resultado de recortes de prensa, fotografías, lo escrito día a día a mano y en el ordenador porque quiere dejar testimonio de todo lo que hemos vivido.  Comentan algunos de los asistentes que el día de mañana, por la forma como está escrito el libro, la gente podrá estar bien documentada de lo que ha pasado durante la pandemia, al  mismo tiempo que va a tener una información privilegiada de muchas de las costumbres del siglo pasado por los recuerdos familiares que transcribe. Y una opinión más: “Yo considero que este libro no es para la gente joven. No es su estilo; no como nos ocurre a nosotr@s que tenemos una determinada edad…”

Por último, alguien expone una curiosidad literaria. ¿No os habéis dado cuenta que en la literatura actual los escritores y escritoras escriben cada vez más sobre su intimidad familiar en vez de temas de ficción? ¿Es una moda? ¿Hay una sequía sobre la ficción? De hecho se recuerda que en nuestro Club de Lectura hemos leído algunos títulos en el que las autoras relatan temas o conflictos familiares como “Tú no eres como otras madres” o “El castillo de cristal”, además del que hemos comentado hoy. Y se aportaron otros dos títulos más para quien esté interesad@ en su lectura, “La herencia” y “Ordesa”. ¿Y tú qué opinas sobre esta cuestión…?

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Fecha: 17 de febrero          Hora: 18:30 

Lugar: Antigua Fábrica de Azúcar de Torre del Mar   

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