Café Filosófico en Vélez-Málaga 12.4
21 de enero de 2022, El Pianista del Carmen, 18:00 horas
La Quimera susurra hacia la luna
y tan dulce es su voz que a la desolación alivia.
Luis Cernuda, La realidad y el deseo
¿Hemos vivido falsas expectativas?
Comenzamos el segundo trimestre de Cafés filosóficos y las expectativas siguen jugándonos
malas pasadas. Introducen una peculiar dialéctica, entre el deseo y la realidad, que no siempre
sabemos gestionar. Y eso nos lleva pasando, de un modo especial, todo este largo tiempo de
pandemia. Las expectativas ponen un listón, que si la realidad no se ajusta a él, nos defrauda.
Por otro lado, la misma realidad necesita ser juzgada desde algún modelo ideal, si no, no se
avanza. Así pues, ¿dónde situar el fino equilibrio entre la realidad y el deseo? No siempre es
fácil. Veámoslo con un ejemplo cotidiano: esta película es maravillosa, entonces, la vemos y
decimos que no es para tanto; y si nos advierten de que es una mala película, entonces, la
vemos y decimos que no está tan mal, incluso nos ha gustado; y, como sabemos, estas
reacciones se han debido a la expectativa creada de antemano. ¿Nos pasará lo mismo con
nuestras expectativas respecto a todo lo que podríamos aprender de una crisis pandémica,
como la que vivimos? El grupo reunido aquella tarde te va a hablar de esto.
Estamos cansados, puede que hartos, de tantas restricciones al desenvolvimiento de la vida,
incluso, puede que acumulemos fatiga mental. Hagamos un repaso de la mano de los
participantes. ¿De qué estamos ya cansados? La mascarilla te impide ver el rostro de las personas, no dicen los ojos tanto como creíamos. Los que viajamos estamos cansados de
viajar así y, si lo podemos evitar, no viajamos, pero cuánto lo echamos de menos. Y cómo nos
cuesta no poder interactuar entre nosotros de un modo más natural. Los abrazos, cómo los
echamos de menos; y para los mayores y los jóvenes, ¡para ellos es muy necesario! ¡Tantas
limitaciones, restricciones, normas, privaciones! Tanto miedo que se palpa, que está a flor de
pie. Vivíamos con incertidumbre, pero ahora está presente todos los días: ¿Cuándo acabará? Y
los medios de comunicación y la televisión… siempre hablan de lo mismo, ere que erre; en el
mundo pasan muchas más cosas que la sola pandemia y el constante cotilleo político. Y,
cuando niegan la ciencia… Además, deja mucho que desear cómo se está gestionando esta
crisis, notamos sus desajustes. Y yo que ya había aprendido a expresarme, a dar abrazos…
¡ahora no podemos! Echamos de menos el contacto físico y ser auténticos con nuestras
emociones. Se observa mucha tristeza en los jóvenes. O quizás, todo esto era necesario,
tenemos suerte y nos quejamos demasiado. Y no sabemos qué efectos tendrá todo esto en la
salud mental de las personas…
Cuando comenzamos a vivir con la pandemia, en aquella larga cuarentena, todo
eran esperanzas: ¿seremos mejores después?, ¿aprovecharemos esta experiencia para
aprender? Pero la esperanza ha ido dando paso a la decepción. Así lo viven muchos de los
participantes en la indagación. ¿Eran falsas expectativas? (El poema de una de las personas
asistentes, que transcribimos abajo, refleja precisamente este cúmulo de sensaciones). Esas
expectativas son más o menos falsas, en función de lo que cada uno había esperado. «Sí, hay
una mayor conciencia de la globalidad de nuestras acciones, ha sido un tiempo de reflexión y
quizás se vayan notando poco a poco, sus consecuencias más benignas». «Pero, no, no
hemos aprendido, hemos avanzado muy poco, y además, se han reforzado los extremismos,
los dogmatismos, el egocentrismo». En la discusión se sucedían las aportaciones sobre un sí o
un no, a las falsas expectativas; inicialmente, los síes predominaban, pero eran esperanzas
infundadas. O eso parecía, al menos.
Gradualmente, la discusión iba decantándose hacia el reconocimiento de una mayor reflexión
individual, que se estaba dando, pero no socialmente, a escala mundial. Por ejemplo, sabemos
de la importancia de la vacunación de la población mundial, y sin embargo, pensamos sólo en
nosotros, “los países ricos”. Miras muy cortas, pasos muy torpes. ¿Es posible que necesitemos
más tiempo, para que todo lo que vamos aprendiendo impregne nuestras acciones? Es
posible… Claro es que la “semilla” individual del «quiero vivir de otra manera», va plasmándose
gradualmente, pero pero muchas veces la dificultad viene de las inercias que arrastramos.
Aquí, el grupo encontró una clave interpretativa. Porque, la sociedad no es nada, es un “ente
abstracto”, la realidad la componen las personas individuales de carne y hueso, como diría
Unamuno. Si, poco a poco, esa semilla individual va germinando en espiral, desde cada uno, el
cambio será posible. Mirad en Chile, nos contaba una participante, que era de allí. Eso de: “la
gente, la sociedad, el sistema, es así”, no resiste un análisis medio serio. ¡Cuántas cosas hemos conseguido! Como veis, la dialéctica deseo-realidad, idealidad-facticidad, individuo-sociedad, no dejó de estar presente.
Sólo hay obstáculos, que son inercias. La rueda sin el empuje del motor continúa moviéndose,
pero se acabará parando. Simplemente, hace falta no alimentar lo que la impulsa… Si las
comprensiones, con sus acciones, van en la buena dirección del bien común, que
incluye habitar el planeta de otra manera, un mejor equilibrio en nuestras vidas y con las de
otros seres, la rueda se ralentizará y podremos cambiar de marcha y de dirección. Pero hay
que ser muy conscientes de esas inercias. El egoísmo no tiene sentido. El Estado y la política
no pueden estar ordenados hacia donde están en la actualidad. La gente lo sabe, nosotros lo
sabemos. Los aplausos a lo más importante, lo más básico, la salud, la educación, lo cualitativo
frente a lo cuantitativo, frente al crecimiento ciego, han de ser constantes. Aplaudir lo que
merece la pena. Y abuchear lo que no la merece. Ya sabemos qué es. Disponemos de mucha
experiencia histórica y social.
¿Qué tiene que pasar para que aprendamos?, pregunta, algo desesperado, uno de los
participantes. Si habéis tenido la ocasión de ver la película Ultimátum a la Tierra, allí se
pregunta lo mismo. Los líderes de la política mundial no son los verdaderos líderes, y la
protagonista de la película conduce al alienígena visitante (Keanu Reeves), que viene a “salvar a la Tierra de nosotros”, a hablar con un científico que es premio Nobel de la Paz, quien le dice: “Vosotros evolucionasteis al borde del precipicio, no nos arrebatéis a nosotros esta oportunidad”. Pues bien, no nos defraudemos.